LA PINTURA DIGITAL
Pinto según mi estado de ánimo, mis intuiciones estéticas, lo que visualizo... No tengo una estrategia preestablecida, ni estoy aferrado a un estilo previo; surge una idea, una imagen y la vuelco en un lienzo, sin reglas ni límites. En mi caso, la creación de una obra es algo de alguna manera, impredecible, incluso caótica. No siempre la idea previamente visualizada se refleja fielmente en la imagen final, que va surgiendo a medida que voy trabajando en base a un impulso espontáneo, quizás, por alguna influencia de la corriente llamada "action painting", dentro del expresionismo abstracto.
Los avances en materia digital han superado todo lo imaginable hasta hace pocos años. En cuanto al arte digital, existe una decena de aplicaciones muy valiosas, dependiendo de qué tipo de técnicas y resultados estéticos se quieran obtener, incluso combinando varias de ellas en una misma obra. Ningún argumento razonable puede cuestionar la legítima utilización de cualquier técnica ni su validez artística, amén de que, la pintura digital permite una mayor difusión social en comparación con una obra física única.
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La ejecución material de una obra digital sigue los mismos pasos de la tradicional, con la diferencia de que, en este caso, no existen físicamente el lienzo, los tubos de pintura, la paleta, los pinceles o las espátulas. Aunque estas herramientas son digitales, el proceso básico se mantiene: preparar el lienzo, esbozar la idea, realizar el tratamiento pictórico de cada zona o definir sus detalles y elementos, hasta el misterioso momento de sentir que la obra está terminada; a ello se añaden la edición y gestión de la imagen para dotarla de los máximos niveles de calidad que posibiliten su mejor reproducción.
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